Llegar a la segunda villa de Cuba y no pasear en coches tirados por caballos es como ir a La Habana y no visitar el Capitolio. Pasear en coches tirados a caballo por Bayamo es como recorrer la historia de Cuba.
Decididos a vivir esa aventura iniciamos el recorrido en el popularmente llamado Parque de los Coches, aunque las autoridades españolas lo bautizaran como Plaza de Santo Domingo.
Acomodados ya en un vehículo estilo Duquesa o Milord, partimos desde la Casa de la Trova, uno de los pocos inmuebles que sobrevivió a la quema de la ciudad el 12 de enero de 1869, hoy hogar de los trovadores bayameses.
Tomamos la calle Martí pasando frente a la casa natal del poeta Juan Clemente Zenea,
mientras el cochero nos refiere que, cuando a inicios del siglo XX el presidente Gerardo Machado visitó la ciudad, prefirió hacer el recorrido en coche, y que el respeto de los cocheros por sus caballos les viene desde Antía, aquel conductor que al ser solicitado por un cliente le preguntaba a su yegua Amparo si lo llevaba o no, y si su yegua movía la oreja, Antía no lo llevaba.
Inmersos en la conversación, no nos percatamos de la llegada al Retablo de los Héroes, donde se puede leer en una tarja que en ese lugar radicó el cementerio católico más antiguo de América.
Bordeamos el parque y de pronto aparece como un espejismo el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, otrora enclave militar que fue asaltado por los revolucionarios el 26 de julio de 1953 y hoy es el Parque Museo Ñico López, sede principal de la Feria de las Flores que cada mayo se celebra en el barrio de San Juan.
En esta tradicional celebración se escoge a la muchacha más bella del concurso y la coronan Reina de la Flores. Se realiza, además, ventas de platos típicos, como pueden ser la longaniza bayamesa, el bollo prieto, el chorote, las empanadillas yucamai y la mandanga yarense de Pachalo. El visitante no se debe perder las divertidas competencias de juegos tradicionales, en especial la corrida de cintas en bicicletas.
El paseo continúa por una calle que en ocasiones nos deja ver un tramo del río,
y nuestro conductor nos advierte que muchos bayameses, en las celebraciones de San Juan Bautista, bajan hasta la orilla para efectuar el bautismo, y que ese día, como no se debe derramar sangre, se come un ajiaco llamado rivelino, hecho de pescado, o el delicioso bacalao con plátanos, tan tradicional como el aliñao en los nacimientos o la crema de viè en los “motivitos”.
Nos detenemos frente a una modesta vivienda del siglo XVIII, la casa natal de Manuel Cedeño, el bayamés que peleó junto a Bolívar y alcanzó los grados de general de división.
Próximo a esta plaza, nació el general Manuel Cedeño
Más adelante, en una esquina opuesta, se encuentra la casa donde se diera muerte, con un disparo de revólver, la poetisa María Luisa Milanés.
Nuestro cochero sostiene que en su tumba -una piedra blanca no pulida, como ella misma pidió-, los poetas y enamorados ponen velas o flores para que les conceda la gracia de la inspiración o del amor.
Siguiendo el recorrido pasamos por la antigua iglesia de la Luz, en la actualidad sala teatro José Joaquín Palma, único exponente de la arquitectura posmoderna en la ciudad, obra del arquitecto Walter Betancourt.
Desde allí ya vemos la ventana más famosa de Cuba, la de la casa de Luz Vázquez y Moreno, la hermosa joven que inspiró a Fornaris y a Céspedes a componer La bayamesa, fiel a la tradición de cantarles en las ventanas a las novias, madres y amigas, “moribundos de dicha y amor”.
Al lado de este romántico lugar está la casa de Tomás Estrada Palma, primer presidente de la República.
Al frente, la casa despacho de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria. Uno de sus guardias nocturnos afirma que en las noches se escucha el arrastrar de las cadenas y el ruido de vajillas que se destrozan. Jura haber visto personalmente el fantasma de Céspedes, o de alguien parecido, correr por los tejados.
Ante nuestra incredulidad, el cochero nos advierte que este no es el único fantasma de la ciudad.
Está el fantasma del río, Anita, quien se les aparece a los hombres vestida de novia y los ahoga para luego poseerlos. Otro conocidísimo es el de Hatuey, una aparición en forma de bola de fuego y luz que los bayameses reconocen como la Luz de Yara.
Para borrarnos la sonrisa, decide llevarnos hasta el antiguo convento de San Francisco, para conocer personalmente a un fantasma enclaustrado: el de doña Isabel de Acelar, que habita detrás de una lápida empotrada en la pared del convento y sólo da muestras de su existencia si nos ponemos con los brazos en cruz pegados a su losa. En esas condiciones escucharíamos el latir de su corazón, pero eso sólo ocurre a las doce de la noche y si es luna llena. Ah, para poder escuchar el corazón de la finada, no debes haber traicionado jamás.
Como no podemos esperar, dejamos con pena el sitio para luego de pasar por la logia masónica y la casa del patriota Francisco Vicente Aguilera, llegar a la Plaza del Himno, donde el 20 de octubre de 1868 se cantara por primera vez el que luego fuera Himno Nacional de los cubanos, y el padre Batista, en la entrada de la iglesia mayor, bautizara la bandera de Céspedes, el 8 de noviembre de ese mismo año.
Al interior de la iglesia, sobreviviente de las llamas del 12 de enero de 1869, se puede apreciar la capilla de Nuestra Señora de los Dolores.
Próxima a este sitio se ubica la Plaza de la Revolución, histórico lugar nombrado así por los independentistas al tomar a Bayamo. En unos de los portales, nos cuenta el cochero, se jugó la primera partida de ajedrez del Nuevo Mundo, al menos de la que se tenga noticia.
En esta misma plaza, los hombres paseaban a la derecha y las mujeres a la izquierda para encontrarse e intercambiar saludos en una especie de ritual de conquista amorosa.
Al lado del café literario podemos disfrutar de las deliciosas granjerías bayamesas, productos hechos a partir de la yuca agria, entre los cuales se destacan las rosquitas, el matahambre y la rosca blanda, sin olvidar los añorados suspiros.
Las granjerías, junto a las denominadas cuchipapas, los dulces de leche y las ciruelas borrachas, eran propuesta invariable en las Fiestas de Reyes, una de las principales celebraciones de la villa.
Nos despedimos del conductor para continuar a pie por el Paseo Bayamés, pero antes nos aconseja disfrutar de una merienda de pru con fritura de maíz y bailar al son del órgano oriental, aunque llueva, porque en los carnavales bayameses siempre llueve. Recorremos el paseo admirando su limpieza y cuidado.
Al cruzar una calle, el ritmo inconfundible de una conga llama nuestra curiosidad. Una caravana de coches viene en jolgorio: “Es la celebración de unos quince”, me aclaran. La muchacha homenajeada, en una original ceremonia de iniciación para la vida adulta o de despedida de la infancia, va con un vestido de reina, pero bailando al ritmo de la conga que la sigue en otro coche, y detrás, familiares y amigos en más coches.
Se trata de la definición exacta de lo que es Bayamo, suerte de centauro, mitad gentil doncella y mitad rumbera, mezcla de culturas, de leyendas de piratas, mambises y rebeldes… como la quinceañera, pero con más de quinientos años de historia y tradiciones.
Lindo,tudo muito lindo…parabéns pelas palavras e pelas fotos…
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Es increible! Tanto tiempo estudiando en allí y no conocía ni la mitad de esta ciudad tan linda. Ha sido como un viaje en el tiempo, aunque confieso que cuando estaba leyendo lo de los fantasmas me dio un poco de «cosa», como digo yo..jejeje. Realmente Bayamo es un lugar espectacular pero lo mejor que tiene es su gente. Una pregunta…lograste escuchar los latidos del corazón de Isabel de Acelar..jejejejej . Gracias por la publicación!
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Seguro, o quizás fueron los míos propios en el nerviosismo de la prueba.
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Me pareció haber estado dentro de ese coche…hermosa ciudad, lleno de gentiles bayameses y arraigadas tradiciones…como lo extrañooooo!!!
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Estupendo escrito de Bayamo, mi ciudad adorara! Me quedo maravillada ante tantas leyendas, misterios que siquiera conocía. Llevo toda un vida viviendo en este pequeño pueblo cargado de historia y no dejo de sorprenderme con cada paso. Sin dudas, luego de leer esto, mis recorridos por sus calles cobran un nuevo significado… obviamente aún no termino de conocer la tierra que me vio nacer.
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Me siento orgullosa de vivir en esta ciudad llena de encantos, tradiciones y cultura.
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Bayamo ciudad indómita,llena de cultura,historia y tradiciones,hermosa y única,esa es mi ciudad predilecta,aquella persona que se decida a visitar nuestra ciudad bayamesa se ira con ganas de volver porque de tanta belleza,sencillez y humildad es para siempre recordar y nunca olvidar.Adoro bayamo desde mis entrañas.Siempre bayamo como primer opción.
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Qué bella la Isla…..
Montañas, mar, sol ardiente, exotismos, y más…son los motivos para emprender la aventura de descubrirla, en todo su esplendor y verdad.
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Linda ciudad gracias por compartirla 🙂
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Gracias por visitarme, te invito a regresar y a que viajes con nosotros.
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